Vivimos en un mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo (VICA). Sigla que busca sintetizar el estado actual de las cosas en un mundo actual, a través de esos términos que, de alguna manera todos lo sentimos, vivimos o padecemos y en las escuelas tampoco debe ser ajena esta vivencia.
Las habilidades para el siglo XXI se definen como aquellos «conocimientos, destrezas, hábitos actitudinales y habilidades socioemocionales que le permiten a los jóvenes desempeñarse hábilmente dentro y fuera de los ámbitos de aprendizaje» (UNESCO, 2017).
Más allá de los conocimientos técnicos o la experiencia necesaria para ejercer nuestros puestos de trabajo, el mundo laboral requiere de profesionales con determinadas capacidades transversales y habilidades blandas. En ese sentido, habilidades como la creatividad, el pensamientos analítico, la innovación o el aprendizaje activo en diseño y programación de tecnología, se presentan como las que serían mayor demandadas hacia el año 2025.
Educar hoy debe estar encaminado a saber surfear en un mundo más veloz y ansioso por las novedades, más precario respecto a la estabilidad de las cosas, vertiginoso en cambios y transformación y agotador por el estrés que significa adaptarse diariamente. Atrás quedaron los contenidos y la repetición de las tareas teóricas, debemos hoy dotar al alumno de nuevas distinciones y de una nueva visión, con una mirada diferente desde la otra orilla, más humana y más emocional. Lo que en verdad hace falta en las escuelas es trabajar profundamente en uno, en el SER: autoconocimiento, autorregulación, automotivación; afianzar el desarrollo personal como eje de la negociación en el mundo para seguir existiendo y creando conexiones valiosas en los distintos niveles en los que los alumnos van a desenvolverse.